El chocolate es un ingrediente fascinante pero delicado, y trabajarlo correctamente requiere técnica y precisión. Es muy importante conocer sus pros y sus contras, ya que es un producto muy sensible a los cambios de temperatura y humedad. Un mal manejo puede provocar que pierda sus aromas características, que se queme o que su textura se vuelva granulosa y poco atractiva. Por tanto, si quieres conseguir acabados brillantes y una textura perfecta, es necesario tener en cuenta los siguientes pasos.

Una vez que el chocolate está deshecho, llega uno de los pasos más importantes: el templado. Este proceso es esencial para conseguir una textura brillante, una dureza adecuada y una rotura limpia. Sin un templado correcto, el chocolate puede quedar con una textura poco uniforme, un acabado mate y una consistencia más frágil.

El templado consiste en calentar el chocolate hasta una temperatura concreta, enfriarlo ligeramente y volverlo a calentar un poco antes de utilizarlo. Este proceso permite que la mantequilla de cacao se cristalice de forma óptima, asegurando así una estructura estable y un resultado de calidad. Cada tipo de chocolate tiene una curva de templado específica: